viernes, 24 de julio de 2009

Monopolios deseables

El viernes, la multinacional Phillip Morris anunció la compra por US$452 millones de su competidor colombiano Protabaco. Esta compra, unida a la adquisición de Coltabaco en el 2005, haría de Phillip Morris la dueña de casi el 80% del mercado de cigarrillos. Pero, si bien la compra ya está acordada, ésta no será definitiva hasta que la Superindentencia de Industria y Comercio acepte la negociación. La Superintendencia deberá definir si dicha concentración de mercado en manos de la multinacional norteamericana pondría en peligro a los consumidores y en general a la sociedad, al disminuir la competencia y la eficiencia que esta última trae.

En general, los economistas estamos de acuerdo en que la competencia entre empresas es mejor para la sociedad como un todo, dado que permite la producción de más y mejores bienes y servicios a precios más bajos. Por eso, la Superintendencia tiene como función encontrar y corregir las prácticas comerciales que restringen la competencia.

A primera vista, la integración de estas dos tabacaleras restringe la competencia y posibilita las prácticas monopolísticas. Pero así como nos gusta la competencia, los monopolios en general nos molestan. La razón es que los monopolios venden menos cantidades que cuando existe competencia, al mismo tiempo que los precios tienden a ser más altos. Pero éste es uno de esos casos en los que la excepción hace la regla. Es decir, el mercado de cigarrillos es uno de esos mercados en los que la sociedad está mejor si no existe competencia. Supongamos que la Phillip Morris hiciera uso de su posición dominante en ese mercado y actuara como un monopolio. Esto implicaría menos cigarrillos a precios más altos. Esto es un resultado magnífico para nuestra sociedad; tendríamos menos fumadores y la factura para la sociedad de los gastos médicos asociados al tabaquismo disminuiría en el largo plazo. La noticia puede ser mala para los bolsillos de los fumadores pero muy buena para la sociedad colombiana como un todo. Y sobre todo para algunos colombianos que no podrán iniciarse en el cigarrillo por tener un costo más alto.

Por otro lado, la Superintendencia tendrá que tener en cuenta el efecto de ésta integración sobre los cultivadores de tabaco, quienes ahora tendrán sólo dos compradores para su cosecha. Este aspecto cobra importancia dado que el negocio de los productos de tabaco en nuestro país ha venido creciendo y está generando nuevas oportunidades de negocio para medianos y pequeños agricultores que han visto aumentar el área cultivada de la hoja de tabaco en regiones como los Santanderes. De hecho, Protabaco tienen un programa para ampliar el área sembrada de tabaco de 4.000 a 14.000 hectáreas en los próximos cinco años. Según Protabaco, se espera que ese proyecto genere unos 25.000 empleos rurales nuevos. En consecuencia, los cultivadores actuales y futuros de tabaco en nuestro país se pueden ver afectados por esta compra al perder poder de negociación.

Entonces, si bien la integración de estas dos compañías puede traer costos a la sociedad colombiana y la pérdida de competencia en un mercado parece no deseable, un comportamiento monopólico en el mercado de cigarrillos beneficiaría la salud de los colombianos y podría estar salvando vidas. Así, al momento de analizar esta compra, la Superintendencia tendrá que tener en consideración más criterios que el de promover la competencia.


(ESTE ARTÍCULO DE OPINIÓN FUE PUBLICADO EN EL DIARIO EL PAIS DE CALI EL 21 DE JULIO DE 2009)

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