lunes, 4 de junio de 2012

Educación Vs competitividad

En días recientes, un renombrado instituto suizo IMD (Institute Management Development) publicó su informe anual sobre competitividad. Dicho informe clasifica a 59 diferentes países de todo el mundo en diferentes aspectos relacionados con la competitividad. Los resultados para Colombia no son buenos. De hecho para el 2012 ocupamos el peor puesto desde 2008, año en el que nuestro países fue clasificado por primera vez. ¡Nuestro puesto fue el 52 entre 59 países! Este resultado no es muy diferente a otro indicadores construidos por otras instituciones que tienen como objetivo medir aspectos de la competitividad de los países. Por ejemplo, el Banco Mundial en un índice que evalúa el desempeño logístico de 155 países clasificó para 2012 a Colombia en el puesto 64. El mismo Banco Mundial construye otro índice conocido como el reporte “Doing Business” que mide la facilidad de crear negocios en 138 países. En ese ranking clasificamos de 42. Y para no hacer un listado grande de rankings, podemos mencionar el “Global Competitiveness Index” construido por el Foro Económico Mundial; en este ranking Colombia ocupa para 2012 la posición 68 de 142 países. En otras palabras, no nos va muy bien en los diferentes rankings, pero lo que llama la atención en el ranking divulgado esta semana es el porqué nos va tan mal. El IMD define competitividad como la habilidad que tiene un país en administrar sus recursos y competencias para aumentar la prosperidad de su población. Para medir dicha habilidad, se miden cuatro dimensiones: Comportamiento económico, Eficiencia del gobierno, eficiencia de los negocios e Infraestructura. En esta última categoría se incluye tanto la infraestructura básica , infraestructura científica, salud y medio ambiente y educación. Lo alarmante de esta cifra, es que ocupamos el último puesto en educación. Este resultado ha traído de nuevo a la agenda pública un resultado que ya conocíamos. Nuestro sector educativo no está a la altura para brindar una educación de talla mundial, una educación que permita a toda nuestra población aprovechar los demás recursos con que contamos y así lograr la prosperidad. Este es el gran cuello de botella que enfrenta nuestro país para aprovechar toda su riqueza. Los resultados no se pueden ocultar. De hecho el índice de competitividad global del IMD solo muestra otra cara de una moneda que las cifras nos estaban mostrando desde hace ya unos años. Por ejemplo, las pruebas estandarizadas que permiten comparar a nivel internacional el desempeño de nuestros niños en áreas como las matemáticas y ciencias naturales no deja bien parado a nuestro sistema educativo. La prueba PISA administrada por la OECD compara estudiantes de aproximadamente 15 años para diferentes países. Colombia participó en las pruebas para los años 2006, 2009 y 2011. Si bien los resultados no están disponibles aún para 2011, se encuentra que en Ciencias para 2006 Colombia se ubicó en el puesto 53 de 57 y en 2009 en el puesto 54 de 65. En el caso de matemáticas en el 2006 nuestros estudiantes quedaron en el puesto 54 y en el 2009 el puesto 58. Otra prueba que nos permite comparar nuestros estudiantes con otros países es el TIMSS administrado por la Asociación Internacional para la Evaluación de los logros educativos. Colombia ha participado en esta prueba en 2003 y 2007. En 2007, para el caso de matemáticas la prueba clasificó nuestros estudiantes de cuarto grado de 30 de 36 países comparados y para octavo grado el puesto fue de 40 entre 48. Para las pruebas de ciencias los resultados son similares. Estas cifras sólo son reflejo de una situación muy delicada en la base de nuestro sistema educativo. Si entendemos competitividad como “la habilidad que tiene un país en administrar sus recursos y competencias para aumentar la prosperidad de su población”, el gran cuello de botella que enfrenta nuestra país es nuestro sector educativo. Es imperativo que nuestra población tenga la formación adecuada para generar nuevas oportunidades de negocio en un mundo cada vez más competitivo. (Esta columna de opinión fue publicada en el diario el País de Cali el lunes 4 de junio de 2012)

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