La falta de movilidad martiriza a todos los ciudadanos de las grandes ciudades. La falta de movilidad no es únicamente una molestia que no nos permite movernos por la ciudad; este problema es también económico. De hecho es un problema tan delicado que evita que usemos adecuadamente el recurso más escaso que tenemos los humanos: el tiempo. Perdemos una buena parte de nuestro tiempo desplazándonos.
Un empresario, o cualquier caleño, que esté en el sur y tenga una reunión en el norte fácilmente “perderá” buena parte de su tiempo desplazándose. Es más en muchas ocasiones el desplazamiento implica más tiempo que el mismo tiempo que toma la reunión. Por eso, los trancones no sólo representan desplazamientos más costosos en tiempo, combustible, desgaste de los vehículos y más contaminación, sino que también representan mayor dificultad para realizar negocios y que la actividad económica florezca. Y por tanto la ciudad se hace menos atractiva para la inversión.
En los próximos días toda la ciudad empezará a experimentar una disminución en la movilidad aún mayor a la que vivimos hoy, gracias al inicio de las obras del hundimiento de la primera. Esto hará más difícil la situación e implicará cambios en nuestras costumbres.
Los caleños tendremos que resignarnos a los altos costos en tiempo y otros recursos que implicarán estas obras. Además de los pagos por valorización que ya vienen haciendo cumplidamente los ciudadanos. Pero en este caso es importante tener en cuenta que la razón para aceptar esta disminución en la movilidad es permitir que en el mediano plazo los tiempos de desplazamiento disminuyan o por lo menos no sigan aumentando al ritmo que ha corrido los últimos años.
Así, cuando estemos en los nuevos trancones tendremos que pensar que estamos invirtiendo nuestro tiempo y paciencia hoy, para tener una mejor movilidad en el mediano plazo. Estaremos invirtiendo nuestro recurso más escaso (el tiempo) para ojalá poder disfrutar de un desplazamiento más ágil en la ciudad. Ojalá esta inversión de recursos, de nuestro tiempo y paciencia traiga altos rendimientos en términos de mejor movilidad.
El tiempo y la gestión de la administración actual (y de la próxima), así como los contratistas, nos dirá si esa inversión valió la pena. Por ahora, nos tendremos que armar de paciencia.
(Este artículo de opinión fue publicado en el diario el País de Cali el lúnes 17 de enero de 2010)
lunes, 17 de enero de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)