lunes, 29 de abril de 2013
Dejemos atrás la cultura del dinero fácil. (Una clara estafa)
Tras el gravísimo escándalo de las pirámides como DMG y DRF de 2008, se podría creer que las pirámides serían algo del pasado. Pero parece que tras casi 4 años y medio de ese evento, algunos pocos jóvenes de universidades de nuestra ciudad han olvidado el evento o han decidido olvidarlo y se deslumbran por la idea del dinero fácil.
En 2008, el Gobierno Nacional se vio en la obligación de declarar el Estado de Emergencia Social (Decreto 4333 del 17 de noviembre de 2008) para superar la delicada situación social generada por la caída de las mega pirámides DRF y posteriormente DMG. En ese momento en todo el país se presentó un gran debate sobre el tema de las pirámides y la cultura del dinero fácil que estaba detrás del boom de las pirámides. Hoy parece increíble que tras semejante episodio, algunos de nuestros jóvenes estén encandelillados por ganar dinero de manera fácil en una nueva pirámide. Tal como lo reportó el País, en el día de ayer, parece existir un número reducido de estudiantes universitarios de diferentes instituciones de la ciudad que han estado “involucrados” en una nueva modalidad de pirámide denominada tablas. ¡Esto es inaceptable!
Y es que las pirámides no son otra cosa que una clara estafa. No creo necesario describir como funcionan las pirámides, pues se ha discutido mucho al respecto. Pero básicamente, quien participa en una pirámide hoy sabe que está haciendo parte de un esquema que implica “tumbar” a alguien. Para ganar 8 veces la “inversión” se hace necesario que alguien pierda ese dinero en algún momento. Las pirámides no crean valor, no crean riqueza, solo la redistribuyen de unas manos a otras. En general, se esperaría que el dinero pasase de las manos de unos ciudadanos incautos e ingenuos que entregan su dinero a otros que llegaron primero en la fila de la pirámide.
Pero lo inaudito en este caso es que se trata de universitarios. Las personas que están participando en dichas pirámides no son personas incautas ni ingenuas. Son jóvenes que pertenecen a “una minoría” privilegiada que tiene acceso a la educación universitaria, jóvenes que tienen grandes responsabilidades con el futuro de nuestra ciudad y el país. Participar en pirámides no es sólo una conducta delictiva que viola como mínimo los artículos 246 y 316 del código penal colombiano sino que es una conducto no ética e inmoral.
La cultura de ganar dinero de manera fácil, “tumbando” a los demás, no puede continuar en nuestra ciudad. Los jóvenes universitarios son una gran esperanza para cambiar esa cultura que queremos dejar atrás en la ciudad. Así, invito a la minoría de jóvenes universitarios que están involucrados en estas pirámides a que sigan el ejemplo de sus compañeros que no se han involucrados en las pirámides. Y que continuemos construyendo con esfuerzo y trabajo su futuro y el futuro de Cali. Con seguridad el trabajo fuerte de estos estudiantes se verá multiplicado en el futuro.
(Una versión de esta columna de opinión fue publicada en el diario el País de Cali el 29 de abril de 2013)
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