martes, 19 de enero de 2016

Fin del conflicto: una gran oportunidad para la economía colombiana

Mucho se ha discutido sobre los efectos positivos del fin del conflicto. Y después de 50 años de un conflicto se hace difícil imaginar un país sin éste. No obstante, es evidente que un país sin tanta violencia es un país que es más atractivo y que tiene la posibilidad de crecer a un mayor ritmo. Los beneficios son grandes. Por un lado, el sector privado tendrá un ambiente de negocios normal. Parecido al resto del mundo. Es de esperarse que los costos de producción disminuyan. Algunos sobrecostos deberían desaparecer o reducirse. Por ejemplo, se esperaría que no existieran más atentados sobre la infraestructura eléctrica. Esto implicaría que no tendríamos que pagar en nuestras facturas los costos de reparar las torres, de tener varias líneas de distribución de energía para tener un seguro en caso que se "vuele" una torre. Muchos ejemplos como estos se pueden encontrar, para no contar los sobrecostos de las "vacunas" y la extorsión que sufren algunos ciudadanos. Por otro lado, el presupuesto del gobierno tendrá que ser reestructurado. Las prioridades podrán cambiar en el gasto. Ya no será necesario invertir tanto en defensa y se podrá invertir más en educación, en salud y en infraestructura. Esto ya se está viviendo: la inversión en educación y en infraestructura está creciendo, algo impensable en la década pasada. Adicionalmente, algunas regiones del país se podrían finalmente integrar al mercado nacional y a los mercados internacionales. Con el conflicto no es fácil integrar al aparato productivo regiones del oriente del país y del sur. Estas regiones se encuentra segmentadas y muestran un gran atraso en cualquier indicador económico que se quiera escoger. Estas regiones se ven obligadas a desarrollar únicamente actividades extractivas de alta rentabilidad, tal como ocurría con toda Colombia en la época de la colonia. Es importante anotar que el último año ya se ha vivido en parte estos beneficios. El desescalamiento del conflicto que se ha vivido ha permitido vislumbrar lo que dignificaría un país sin conflicto. Si bien la economía colombiana no está creciendo a una tasa muy grande, el crecimiento sí es mayor de lo que se esperaba. No obstante lo malo del ambiente internacional, la economía colombiana sigue creciendo. Y es precisamente esta fortaleza de la economía colombiana la que se espera que sea potenciada con el fin del conflicto. (esta columna de opinión fue publicada en el portal America Economía de Chile)

martes, 12 de enero de 2016

Aumento del salario mínimo e inflación para ingresos bajos

Faltándole un día para cumplirse la fecha limite para establecer el aumento del salario mínimo y tras no llegar a un consenso entre empresarios y sindicados, el gobierno estableció por Decreto un aumento del 7%. El 5 de enero de 2016 el DANE dio a conocer la cifra de inflación para 2015: 6,77%. Esto ha generado una gran discusión. Para entender un poco la discusión, es importante aclarar como calcula el DANE la Inflación. La inflación para un año corresponde a la variación porcentual en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) para el total nacional. El IPC total nacional no es mas que un gran promedio que se calcula a partir de IPC para las 24 principales ciudades. Para cada una de estas 24 ciudades, el DANE calcula tres índices de precios: uno para familias de ingresos bajos, otro para ingresos medios y uno para ingresos altos. Cada uno de estos tres índices refleja una canasta “típica” para familias de esa ciudad con ingresos bajos, medios o altos. Cada una de esas canastas contiene 181 productos o categorías de productos para cada uno de esos niveles de ingresos para cada ciudad. Así, el índice monitorea para cada nivel de ingresos y ciudad cómo cambia el valor de la canasta. Es decir, es algo así como una “lista de mercado” construida para cada ciudad y para tres niveles de ingresos. Esa lista de mercado contiene las cantidades que típicamente consume una familia de esa ciudad y de ese nivel de ingresos durante un mes. El DANE observa cómo cambia mes a mes el valor de esa “lista de mercado”. Ponderando el peso que tienen las familias de ingresos bajos, medios y altos en cada ciudad se construye el IPC de cada ciudad y después el total nacional. Es decir, en últimas el cálculo del DANE de inflación refleja como está cambiando el valor de una canasta promedio para todo el país. Regresando a la discusión del aumento del salario mínimo, los resultados de la inflación muestran varios resultados que alimentan la discusión. Primero, la inflación para familias de ingresos bajos durante el 2015 fue de 7,26%. Esto es 0,26 puntos porcentuales más que lo que aumento el salario mínimo. Supongamos por un momento que todos estamos de acuerdo que el aumento del salario mínimo debería garantizar por lo menos que quien lo recibe debería mantener su poder adquisitivo. O sea poder comprar lo mismo que antes del aumento de los precios. Si eso es así, es fácil argumentar que son las familias de ingresos bajos las que en su gran mayoría ganan un salario mínimo y verán con mayor proporción afectados sus ingresos con la decisión del aumento del salario mínimo. Así, es evidente que al emplear la inflación total (6,77%) y no la inflación de ingresos bajos (7,26%) el resultado es que estas familias no recuperaron su poder adquisitivo con el aumento de salario mínimo. Segundo, al mirar la variación del índice de precios para familias de ingresos bajos por ciudades se encuentra que para 19 de las 24 ciudades la inflación de ingresos bajos fue mayor que el aumento del 7% en el salario mínimo. Solo existiría una reposición del poder adquisitivo en las familias de ingresos bajos en las ciudades de Medellín (inflación de ingresos bajos de 6,72%), Tunja(inflación de ingresos bajos de 6,48%), Santa Marta (inflación de ingresos bajos de 6,84%), Cúcuta (inflación de ingresos bajos de 6,33%) y Bucaramanga(inflación de ingresos bajos de 6,86%). Tercero, para el caso de las familias de ingresos medios y altos se encuentra que solo para 5 ciudades (en ambos casos), la canasta subió más que el 7%. Es decir, en 19 ciudades el aumento del 7% en los ingresos podría compensar el aumento de los precios de la respectiva ciudad y nivel de ingresos, si se consideran ingresos medios y altos. Cuarto, de los datos es evidente que el problema de no compensar el poder adquisitivo se agrava cuando la inflación es relativamente alta. Por ejemplo, en 2014 el aumento en el salario mínimo fue de 4,5% y la inflación para ingresos bajos de 2013 fue de 1,55%. En ese año el aumento del salario mínimo permitido a las familias de ingresos bajos de las 24 ciudades compensar la pérdida del poder adquisitivo. En 2015, ocurrió algo similar, el aumento del salario mínimo fue del 4,6% y la inflación de 2014 para ingresos bajos fue de 3,78%. Solo en Bucaramanga e Ibagué el aumento del salario mínimo no compensó la perdida de poder adquisitivo. Cada lector podrá sacar sus propias conclusiones de estos números. Solo quiero llamar la atención que el problema del aumento de los precios tiene un efecto diferencial en los diferentes niveles de ingresos y ciudades. Así, de pronto ha llegado el momento de revisar como se define el salario mínimo y cuál es el índice de precios que se emplea como referencia para la negociación. (esta columna de opinión fue publicada en el diario el País de Cali el 8 de enero de 2016)