miércoles, 29 de noviembre de 2023

¿Se cumplirán las proyecciones (del PIB para el 2023)?

Pronosticar el crecimiento del PIB es una tarea compleja que requiere el análisis de múltiples factores. Las diferentes instituciones y analistas construyen sus modelos para sintetizar en un número lo que se espera crezca la economía dadas las condiciones globales y las políticas del gobierno. Por ejemplo, Fedesarrollo está esperando un crecimiento del PIB en 2023 del 1,5%. El Banco Mundial en octubre había revisado a la baja la proyección de crecimiento para Colombia para el 2023, pasándola de 1,7% a 1,5%. El pasado 7 de noviembre, el Banco de la República actualizó su proyección de crecimiento del PIB para el año 2023, pasándola de 0,9% a 1,2%. Por otro lado, el gobierno, en cabeza del Ministerio de Hacienda, presenta su proyección de crecimiento que incluye la materialización de sus políticas públicas. Mas que una proyección ésta se convierte en la meta de crecimiento del Gobierno para el año. El Ministerio de Hacienda, en el Marco Fiscal de Mediano Plazo publicado en junio de 2023, tenía como crecimiento del PIB para el 2023 el 1,8%. Una meta más grande que los analistas mencionados. Los resultados del PIB para el tercer trimestre de 2023 publicados por el DANE el pasado 15 de noviembre mostraron un crecimiento negativo de 0,3% del tercer trimestre de 2023 frente al mismo periodo del 2022. Si se considera lo corrido del año 2023, frente a los tres primeros trimestres del 2022, el PIB creció el 1,0%. Con estos resultados parece muy difícil que se logre la meta. Para cumplirse la meta del gobierno, se requeriría un crecimiento del último trimestre del 4,0% frente al cuarto trimestre del 2022. Esto parece casi imposible, con las tasas de crecimiento (anuales) observadas en este año para los primeros tres trimestres: 3,0%, 0,4% y -0,3%, respectivamente. Es más, lo más común desde 2010 es que el crecimiento del último trimestre sea más bajo que el del tercero (61,5% de los años). El cumplimiento de la meta de crecimiento para el 2023 del gobierno difícilmente se cumplirá. Para que se cumpla el pronóstico inicial del Banco de la República (0,9%), se requeriría un crecimiento anual del cuarto trimestre de 0,6%. Este crecimiento para el cuarto trimestre del 2023 parece relativamente alto. Tampoco parece que se cumplirán las proyecciones iniciales del Banco de la República y de entidades como el Banco Mundial y Fedesarrollo. Las implicaciones del no cumplimiento de la meta de crecimiento van más allá de una anécdota. Por ejemplo, podría generar un déficit fiscal más grande el 2024 o la necesidad de repensar el gasto del 2024. Los ingresos fiscales del 2024 dependen del PIB del 2023 y el gasto no. Esto hace necesario que el gobierno repiense los gastos y presupuesto de ingresos para el 2024. (Una versión de esta columna de opinión fué publicada en el diario el País de Cali el 29 de noviembre de 2023)

viernes, 17 de noviembre de 2023

Retos ante la caída en la inversión

Los resultados del PIB publicados por el DANE revelan tendencias preocupantes. Es alarmante el crecimiento negativo del tercer trimestre de 2023 frente al mismo periodo del 2022 del 0,3%. Esta caída no estaba prevista por la mayoría de analistas. Se esperaba un crecimiento bajo, pero positivo. Llama la atención la inversión en maquinaria y equipo; cayó en 15,8%. Presentando una tendencia preocupante. En lo que va corrido de este año la inversión en maquinaria ha venido acelerando su caída, pasando de una caída del 7,8% en el primer semestre a una del 13,8% en el segundo. No invertir en maquinaria y equipo hoy implica un debilitamiento de la capacidad productiva de las empresas en el futuro. De mantenerse esta tendencia, esto puede llevar a una menor producción, una menor eficiencia, un aumento de los costos y, en última instancia, a una disminución de la competitividad. Además, esta desaceleración en la inversión podría tener un efecto dominó en otros indicadores. Por ejemplo, puede afectar la demanda de mano de obra en la industria manufacturera, lo que a su vez puede influir en las tasas de desempleo. Aún es muy temprano para conocer con certeza las causas de la caída en la inversión, es innegable que hay variables que están relacionadas con la inversión. Entre estas variables, la tasa de interés juega un papel crucial. Lo ideal en una situación como la actual sería tener espacio para bajar la tasa de interés. Pero la inflación de dos dígitos no permite al Banrep bajar las tasas. El Banrep debe escoger entre atajar la inflación con tasas de interés altas o bajar la tasa y correr el riesgo de una aceleración de la inflación. El Banrep está haciendo su tarea. No se debería seguir haciendo presión a la junta en este sentido. Pero la tasa de interés no es la única variable importante para la inversión. Es fácil argumentar que en estos momentos no es la más importante. La incertidumbre es grande; por ejemplo, el fenómeno del niño genera dudas en los precios y el suministro de energía; el escalamiento del conflicto entre Israel y Palestina genera incertidumbre sobre el impacto en la economía global. Y localmente, el ambiente no mejora. En ningún lugar del mundo, se observará un aumento de la inversión si el ambiente de los negocios es incierto. Presionar al Banrep a que baje las tasas, declaraciones de nuevos impuestos, de eliminar la regla fiscal o no tener claro el impacto fiscal de las reformas que están en trámite en el congreso generan gran incertidumbre. Es el momento que la administración actual se dedique a generar un clima de confianza y estabilidad. Esto implica evitar cambios abruptos de políticas y mantener un diálogo abierto con los inversionistas y la comunidad empresarial.
(Una versión de esta columna de opinión fué publicada en el diario el País de Cali el 17 de noviembre de 2023)

sábado, 30 de septiembre de 2023

Las regla fiscal no se debe modificar

Colombia cuenta con dos instituciones que garantizan la estabilidad y viabilidad del país en largo plazo: la independencia del Banco de la República y la regla fiscal; la primera genera el marco para la política monetaria (impresión de dinero y tasas de interés) y la segunda es el marco para la política fiscal. La regla fiscal implica un conjunto de reglas de juego que enmarcan cómo se puede realizar el gasto público del gobierno nacional y cómo se puede endeudar. Es común que los hacedores de política fiscal en ejercicio vean la regla fiscal como una camisa de fuerza. Pero realmente no es una camisa de fuerza, es un código de buen comportamiento. Asegura que la administración de turno no pueda desmedirse en gastos y endeudamiento. Su cumplimiento permite, entre muchas cosas, que los prestamistas estén tranquilos que se les pagará manteniendo las tasas de interés relativamente bajas. Y evita que una administración gaste desmedidamente y deje la olla raspada para la siguiente. Las dos reglas de juego más importantes establecen cómo se debe cubrir los gastos y el límite de la deuda. Los gastos recurrentes (estructurales) deben pagarse con ingresos recurrentes. Esto es el equivalente en los hogares de una regla sana como: el mercado y el arriendo debería pagarse con los ingresos típicos del mes (ingresos recurrentes) y no a punta de préstamos (deuda) o ingresos eventuales como el premio de un chance (ingreso no corriente) o las horas extras extraordinarias que se trabajaron en un mes por cubrir a un compañero que estaba enfermo por una gripa. La regla además establece un límite a la deuda del gobierno nacional (71% del PIB), pero una meta recomendable (ancla) del 55% del PIB. Es decir, para no generar alertas, la deuda acumulada no puede ser más del 55 de todo lo que produce la economía en un año. Recientemente el director de Planeación Nacional anunció que el gobierno está pensando en modificar la regla fiscal para que los gastos para el “salvamento de activos ambientales” no se “introduzcan como una parte del gasto de la inversión corriente“. Este anuncio generó reacciones en contra. Esto es cambiar las reglas de juego y abrir un espacio para que después otro tipo de gastos deseables también se salten la regla. Después podría llegar una administración que argumente la necesidad del gasto en defensa o en educación y modifique la regla. Esta regla está para evitar eso, la discrecionalidad de una administración. No hay que olvidar que gasto es gasto. Sin importar que tan noble o loable sea la finalidad del gasto, éste se debe cubrir con los ingresos. Un gasto recurrente debe pagarse con ingresos recurrentes.
(Una versión de esta columna de opinión fué publicada en el diario el País de Cali el 30 de septiembre de 2023)