miércoles, 28 de julio de 2010

La economía va bien, pero el empleo va mal.

En su último discurso ante el Congreso, el presidente Uribe dijo que Colombia estaba de Moda. Y parece que los mercados le están dando la razón, basta con recordar la nueva sigla de moda: STIC para denotar mercados atractivos como Sur Africa, Turkia, Indonesia y Colombia. Sigla que en los mercados internacionales parece estar desplazando el sex-appeal de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
Los dos últimos cuatrenios han cambiado la vida económica del país, para bien o para mal. Nadie duda que la seguridad es uno de los activos que le quedan a la sociedad colombiana y que han permitido tener tasas de inversión impensables hace 10 años. Las exenciones tributarias y los contratos de estabilidad tributaria han permitido que los capitales regresen al país y que en estos momentos Colombia se encuentre de “Moda” entre los inversionistas.
Pero el gran lunar del desempeño económico del país está en el empleo. Precisamente, el empleo es el nexo entre el nivel de actividad económica y el bienestar de los individuos. Si una economía produce mucho, esa producción solo será accesible a los individuos si estos tienen poder de compra gracias a sus ingresos fruto de los puestos de trabajo.
En nuestra ciudad, especialmente el empleo es un problema delicado que será el mayor reto de la nueva administración. Cuando Uribe llegó a la presidencia, la tasa de desempleo estaba en 16.3% y al final de su primer gobierno la tasa era del 12.0%. Ahora, al final de su segundo mandato, la tasa de desempleo llega al 14.6%. Estas cifras son muy parecidas a lo que ocurrió en todo el país y parecen ser relativamente buenas. Pero el problema no está en la tasa de desempleo, está en el subempleo.
Los subempleados son los empleados que tienen un puesto que no necesariamente corresponde a las expectativas del trabajador, ni ofrece condiciones que permitan el mejoramiento de la calidad de vida del empleado. El subempleo es reflejo de la incapacidad del mercado de trabajo para satisfacer los requerimientos de la fuerza laboral en términos del número de horas, salario o cualificación de la labor. Así, el subempleo comprende a las personas que desean y están disponibles para trabajar bajo condiciones "más adecuadas" que se ajusten a sus expectativas.
El DANE mide el subempleo de dos maneras: el subempleo subjetivo y el objetivo. El subempleo subjetivo toma en cuenta el simple deseo manifestado por el trabajador de mejorar sus ingresos, el número de horas trabajadas o tener una labor acorde con sus competencias personales. En el caso de Cali, el subempleo subjetivo pasó del 32.2% al inicio de la primer periodo de Uribe al 42.4% en mayo de 2010. Por otro lado, considerando las 13 principales ciudades, la tasa de subempleo subjetivo pasó de 33.9% a 30.7%, para el mismo periodo. Es decir, en Cali aumentó mientras que en Colombia disminuyó.
Por otro lado, el subempleo objetivo comprende a aquellos trabajadores quienes tienen el deseo de mejorar sus ingresos, pero además han hecho una gestión para materializar su aspiración y están en disposición de efectuar el cambio. En Cali, la tasa de subempleo objetivo pasó de 14.0% al 18.5%, durante los ocho años de la era Uribe. Para las 13 principales ciudades, esta misma tasa de subempleo pasó de 10.2% al 13.4%.
En otras palabras, no importa cómo se mida el subempleo, este fenómeno viene aumentando en la ciudad de Cali y es más grave que a nivel nacional. De hecho, la tasa de subempleo objetivo de Cali es la más grande de las 24 ciudades que mide el DANE. Y la tasa de subempleo objetivo es muy superior al total nacional. Ese es parte de la herencia que le queda a Cali de estos ocho años.
Es importante reconocer que el empleo no es única responsabilidad del gobierno nacional, sino también de los locales, pero claramente en Cali está pasando algo grave con el empleo que amerita la atención del gobierno nacional.
Durante la década de los ochenta era muy común escuchar la expresión “la economía va bien pero el país va mal”. Esa expresión estaba relacionada con el hecho que la economía colombiana crecía mientras que en el vecindario las demás economías se veían en grandes aprietos. Hoy la expresión la podríamos cambiar a “la economía va bien, pero el empleo va mal”. Y esa es nuestra realidad local hoy. Para que la moda de los STIC se transforme en bienestar para los caleños falta trabajar en el frente del empleo.
(Una versión de esta columna de opinión fue publicada en el diario el País de Cali el 22 de junio de 2010)

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