lunes, 22 de septiembre de 2014

Crecimiento económico, una buena noticia para Colombia

Los resultados del crecimiento económico para el primer semestre de 2014 son muy buenos, en especial si se considera el contexto internacional. Las economías europeas aún no despegan y por otro lado, la de los Estados Unidos todavía no crece al ritmo esperado. Es más, la OCDE acaba de cambiar sus estimaciones de crecimiento económico a la baja, para los países industrializados este año. En ese escenario, el crecimiento del PIB colombiano del 4,3% para el segundo trimestre (frente al mismo periodo del año pasado) o el 5,4% para el primer semestre de 2014 es alto. Este crecimiento es superior a todos lo países latinoamericanos que han reportado dicho indicador. De acuerdo con los datos que se han entregado a esta fecha, este crecimiento trimestral fue solamente sobrepasado por Singapur (4,3%), Indonesia (5,3%), India (5,7%) y China (7,5%). El resultado del crecimiento económico es bastante impresionante. ¿Qué explica este crecimiento en el primer semestre de 2014? El sector de la construcción jalonó los indicadores. El crecimiento de la construcción fue un asombroso: 14,2% con respecto al mismo semestre del año anterior. Otros sectores con crecimientos destacados son el financiero y el de Servicios sociales comunales y personales. Ambos crecieron un 6,1% durante los primeros seis meses del 2014. Ahora, no todas son buenas noticias. El sector que menos creció fue el industrial que apenas lo hizo en un 0,9% durante el primer semestre. Este es un resultado preocupante para una fuente tan importante en la generación de empleo formal y bien remunerado. No obstante, el comportamiento de la industria en nuestra región muestra signos diferentes. Por ejemplo, una buena noticia para el Valle del Cauca es que el sector de ingenios, refinerías de azúcar y trapiches creció el primer semestre del 2014 en un 18,6%, una recuperación notoria si se compara con lo ocurrido con la caída del 6,4% que presento ese subsector industrial durante el primer trimestre de 2013. El subsector industrial de Productos de la refinación del petróleo cayó un 8,8% durante el primer semestre del año. Otro resultado que sorprende es el crecimiento tan bajo del sector de explotación de minas y canteras, el cual creció durante ese período el 1,7%. Los resultados muestran claramente que la locomotora minera se está agotando. Este sector no seguirá jalonando el crecimiento económico de Colombia en el mediano plazo. De otra parte, la construcción se está convirtiendo en la nueva locomotora de la economía colombiana. En el mediano plazo se espera que este campo se dinamice con la cuarta generación de vías que inicia su construcción, al igual que la vivienda. Sin embargo, este ramo no puede convertirse en una fuente permanente de crecimiento económico, siempre existe un límite “físico” para el crecimiento de la construcción en un país. Por otro lado, la industria es la candidata ideal para convertirse en un motor permanente del crecimiento económico y de la generación de buenos empleos, pero ese sector en conjunto está creciendo muy lentamente. Ojalá el aumento del dólar experimentado durante los últimos meses se pueda trasformar en un repunte de la industria nacional. De esta manera el ritmo de crecimiento de la economía colombiana se podría mantener, no obstante el contexto internacional. (Columna de opinión publicada en los portales América Economía y Avance Financiero)

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Contrabando, un problema prioritario

El contrabando es un gran problema que afecta de manera directa o indirecta a todos los colombianos. La magnitud de este en Colombia es claramente grande. El flagelo no deja registros y al actuar en la clandestinidad hace difícil su medición. No obstante, en la más reciente estimación de la Dian se encontró que para el 2012, el contrabando representaba el 10 por ciento de las importaciones legales. Y los productos que son más contrabandeados son: las confecciones, la gasolina, los licores, el arroz, el calzado y los cigarrillos. Si bien no contamos con información de la magnitud del fenómeno en el Valle del Cauca, la Dian estima que los productos que más entran como contrabando por las costas vallecaucanas son las confecciones, los textiles y armas. Por Nariño (tanto costas como la frontera con Ecuador) ingresa, en su mayoría, arroz, textiles, cemento, insumos para el narcotráfico y armas. El contrabando crea un círculo vicioso que alimenta a actores del conflicto y la criminalidad. Pero concentrémonos en los problemas económicos más evidentes. Al entrar contrabando, los productores nacionales tienen que competir con productos con menores precios que no pagan impuestos. Esta es una competencia desleal que puede parcial o totalmente aniquilar sectores de la economía. Por ejemplo, el contrabando de calzado que llega al Valle ha terminado por hacer inviables a pequeñas empresas de la región. Esto implica una disminución en los puestos de trabajo disponible para los caleños. Pero no solo los industriales y los puestos de trabajo formales se ven afectados. El Gobierno Nacional, departamental y municipal también se ven afectados. Por ejemplo, el comercio ilegal de licores y cigarrillos impide al Gobierno departamental recolectar los impuestos que financian la salud y la educación de los vallecaucanos, el de gasolina afecta el recaudo de la sobretasa a la gasolina que se destina a recuperar la malla vial de los municipios. Todos perdemos y una cantidad pequeña de personas al margen de la ley se favorecen. Pero ese beneficio de los ilegales trae consigo problemas de crimen asociado al ajuste de cuentas y otros crímenes necesarios para garantizar que ‘ese negocio’ siga funcionando. No hay muchas experiencias internacionales exitosas para combatir el contrabando que sirva como receta mágica. La experiencia internacional muestra que las medidas más exitosas implica la cooperación entre los entes nacionales relacionados. La coordinación entre entidades como la Dian, la Policía Fiscal y Aduanera, la Policía de Carreteras, la inteligencia del Estado, la marina, y la Fiscalía es un factor de éxito necesario para disminuir el contrabando. Por otro lado, la educación sobre los efectos del contrabando podría ayudar a desestimular la demanda por esos productos ilegales quitándole espacio a este delito. Otro factor que ha demostrado ser útil para combatirlo es la cooperación entre las autoridades competentes de diferentes países. La evidencia internacional muestra que la guerra contra el contrabando no la gana un solo país. Solo si existe voluntad política para combatir el contrabando en los países de origen, tránsito y destino se puede reducir este fenómeno. En ambos frentes, aún hay muchas tareas pendientes que tendrán que convertirse en prioridad para esta administración que inicia. (Esta columna de opinión fue publicada en el diario económico Portafolio el 10 de septiembre de 2014)

La nueva reforma tributaria: Soluciones transitorias para problemas estructurales.

Dos cambios estructurales grandes en las finanzas públicas colombianas hacen inminente una reforma tributaria este año. El primero es la caída en el ingreso proveniente del petróleo. Por razones de orden público, técnicas y de mercado el gobierno colombiano no está recibiendo lo que se esperaba del sector petrolero. Es decir, esa fuente de ingresos no es tan grande como se esperaba y en el corto y en el mediano plazo solo se ve un panorama negativo en este frente. Por otro lado, por el lado de los gastos, es evidente la necesidad de financiar la ambiciosa agenda de inversión en infraestructura y en gasto social; y en especial, la inversión social necesaria para el posconflicto. Para ponerlo en otros términos, tenemos que gastar más y estamos recibiendo menos ingresos de los que necesitamos. Si esto ocurriese en un hogar, lo evidente sería reducir los gastos e intentar aumentar los ingresos de manera permanente. Es decir, lo sano es buscar una solución de largo plazo: una solución estructural para un problema estructural. Si bien los detalles de la nueva reforma tributaria aún no son claros, hay dos puntos que han sido anunciados por el Ministro de Hacienda. La reforma contemplará mantener el tributo del 4 por mil a las transacciones financieras y aumentar la base y la tasa del impuesto al patrimonio. Antes de entrar en el detalle vale la pena mencionar dos características que tienen estos dos tributos en común. Primero, los dos tributos fueron creados en coyunturas en las cuales se necesitaban apagar incendios y fueron creados con destinación especifica e inicialmente por un tiempo determinado. No tenían la intensión de convertirse en tributos permanentes. Segundo, ambos tributos tienen en común que buena proporción de economistas concuerda en que ambos son antitécnicos. Y por esa misma naturaleza de antitécnicos, se habían pensado como tributos transitorios, que permitieran apagar un incendio y no tributos permanentes. Por su naturaleza antitécnica, se había iniciado el desmonte del 4 por mil y el periodo de pago del impuesto al patrimonio ya había terminado. Ahora, en un problema de perdida de credibilidad se propone mantener ambos tributos. Tributos transitorios que se están convirtiendo en permanentes para resolver problemas estructurales. En el caso del 4 por mil se anuncia la necesidad de seguir aplazando su desmonte. Es decir, se “patea” el problema para adelante. Será la siguiente administración quien decidirá si se acaba el 4 por mil o lo sigue empleando y aplaza su abolición nuevamente. Este tributo al gravar los movimientos financieros genera un desincentivo a los colombianos a emplear el sistema financiero. El tributo estimula el uso del efectivo en contravía a todas las tendencias mundiales. Por el lado del impuesto al patrimonio la propuesta es mantenerlo por cuatro años más (hasta el 2019), subir la tasa de 1.5% al 2.25% anual y al mismo tiempo ampliar la base. La propuesta de ampliar la base implica que ya no solo será pagado por los colombianos y empresas con activos netos mayores a mil millones, sino aquellos con patrimonios por encima de 750 millones. Otra vez un impuesto antitécnico y diseñado para una coyuntura se extiende. Y será la próxima administración quien tendrá que decidir si continua con este tributo. El impuesto al patrimonio tiene varias inconvenientes. La razón de considerar este tributo antitécnico es que por un lado le cobra impuestos a los ahorros de las personas y empresas en Colombia. Es decir, desestimula la acumulación de activos. Esto no es conveniente pues la acumulación de activos es la que permite en parte el crecimiento de una economía. Por otro lado, este tributo implica cobrar dos veces impuestos a la misma actividad. Por ejemplo, cada año cuando una persona recibe sus ingresos paga impuesto de renta. En otras palabras, una proporción de sus ingresos van a financiar el gobierno. Y eso está bien. Ahora si el individuo o la empresa les sobra recursos después de cubrir sus gastos y el pago de impuestos, esos excedentes típicamente se convierten en ahorro, en activos. El impuesto al patrimonio hace a las personas pagar nuevamente sobre esos excedentes. Una doble tributación. Es posible encontrar muchos más argumentos por los cuales los dos impuestos generan malos incentivos en la economía colombiana y por eso se consideran antitécnicos. Si bien es entendible que este tipo de impuestos son necesarias en situaciones extraordinarias cuando se tienen que apagar incendios coyunturales, no es entendible porque se emplean tributos que deben ser coyunturales para resolver problemas estructurales. Esta es la gran contradicción de esta nueva reforma. Se trata de perpetuar tributos antitécnicos, esa no es la vía para mantener unas finanzas públicas sanas a largo plazo y mantener la competitividad del país. (Esta columna de opinó fue publicada en el Diario El País de Cali el miércoles 10 de septiembre de 2014)