Es innegable la gran importancia que tiene la econometría en el ejercicio profesional de los economistas que se dedican a la investigación empírica. En estos momentos es difícil pensar proyectos de investigación aplicada que no empleen alguna de las técnicas estadísticas comunes en la profesión. No obstante, es importante anotar que los economistas que se dedican a la investigación son la minoría, y con un nivel de formación igual o superior a una maestría. Si bien no existen cifras claras, intuitivamente parece evidente que buena parte de los egresados de los programas de economía del país se dedican a actividades diferentes a la investigación. Este hecho hace relevante discutir ¿cuál es el objetivo principal de estos cursos? y ¿cuál debería ser el alcances de los cursos de econometría de pregrado? Esta pregunta es aún más relevante al considera la reflexión del profesor Kalmanovitz en su artículo de Opinión de la última versión de este boletín en la que afirma: “el curriculo colombiano está lleno de materias profesionales con cursos bastante avanzados de teoría y econometría”.
En mi opinión el aporte de la enseñanza de la econometría en un curriculum de pregrado radica en dos puntos de vital importancia: i) introducir una herramienta metodológica, con sus bondades y limitaciones, que permite cuantificar los modelos teóricos estudiados en los otros cursos y ii) introducir al futuro economista al lenguaje empleado en los estudios de corte econométrico.
Es imposible pretender brindar en uno o dos cursos de pregrado las herramientas necesarias para que el estudiante se convierta en un economista con capacidad de enfrentar los problemas relativamente comunes que se presentan en la estimación de modelos econométricos. Así los cursos de econometría de pregrado no pueden tener como objetivo formar expertos econometristas.
Dos objetivos más acordes con la formación de pregrado pueden ser i) brindar al estudiante la capacidad de interpretar los resultados de un modelo estimado por un tercer y ii) brindar la capacidad de realizar las preguntas relevantes para determinar la pertinencia estadística y económica los modelos estimados.
En ese orden de ideas, el acento en la formación de pregrado en econometría debería ser más en el cómo se interpretan los resultados, que en el cómo se calcula. Nuestros estudiantes, comúnmente tienen una formación en cursos teóricos de macroeconomía, microeconomía y economía internacional que brindan una buena intuición para interpretar el entorno. Y esto va acorde con el tipo de tareas que desarrollarán en su carrera profesional. Esta formación les permite a nuestros profesionales seguir las discusiones entre analistas y hacedores de política de tal manera que se pueda formarse un criterio propio del acontecer económico.
Por otro lado, los resultados de los proyectos de investigación consignados en artículos econométricos no parecen tener una gran difusión entre la comunidad de economistas. Una de las razones puede ser que la gran mayoría de los investigadores que emplean métodos econométricos parecen hablar un idioma totalmente diferente al resto de los colegas. Las conclusiones de estos estudios no parecen difundirse por la comunidad de economistas como se esperaría. Esto se podría evitar formando economistas que puedan comprender el lenguaje de los documentos empíricos de corte econométrico, haciendo más énfasis en la interpretación de los cálculos que en el cómo se calcula. Muy posiblemente, será más útil en la vida profesional de la mayoría de los economistas aprender a interpretar los resultados de los documentos econométricos que aprender a realizar los cálculos “avanzados” que se emplean en ellos.
(ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN EL BOLETÍN #2 DE AFADECO MARZO DE 2009)
sábado, 21 de marzo de 2009
sábado, 14 de marzo de 2009
¿Y qué hacer con el empleo? El paquete de salvamento económico no ataca el problema de fondo
Las medidas que ha aplicado el Gobierno para enfrentar la crisis no solucionan el problema.
El plan de salvamento para el sector automotriz y de electrodomésticos anunciado el viernes pasado lleva a reflexionar sobre el paquete de medidas adoptadas hasta ahora por el Gobierno para afrontar el contexto hostil en que se mueve la economía colombiana. El equipo económico construyó un paquete de políticas que se compone de cuatro tipos de medidas, pero buena parte de ellas ya se empleaban para estimular la producción antes de que el ambiente externo se tornara en la ‘tormenta perfecta’ a mediados del 2008.Por eso, el plan no tiene nada de novedoso y difícilmente ataca el problema más importante que afrontaremos en el 2009: la protección de los puestos de trabajo, en especial aquellos de mano de obra con baja capacitación.
Las primeras medidas están relacionadas con la infraestructura. Unas obras que buscan poner al día la malla vial. Pero éstas hacen parte de un plan que el Gobierno ha intentado ejecutar desde su primer mandato.
Si bien estas grandes obras son necesarias, es difícil entender cómo se pondrán a funcionar rápidamente, cuando las administraciones nacionales y locales han mostrado su ineficiencia en la ejecución y administración de los recursos en forma rápida. El MÍO es un gran ejemplo de ello. Así, la medida no es nueva y además no es previsible que en uno o dos años arranquen los megaproyectos de tal forma que se generen los empleos que se necesitan con urgencia. Por otro lado, las megaobras emplean cada vez menos mano de obra de baja capacitación.
El segundo tipo de medidas se asocia a programas para proteger el ingreso de personas de bajos recursos, como ‘Familias en Acción’, que sumó a tres millones de familias. También se inició un programa de microcréditos y se fortaleció la Banca de Oportunidades. Estas medidas son necesarias, pero tienen más un tinte de asistir a una población, que de brindar opciones de generación de empleo.
El tercer tipo de medidas se encamina a la defensa de la inversión privada. Se pretende mantener y estimular esta inversión con exenciones de impuestos, acuerdos de estabilidad tributaria y la aprobación de nuevas zonas francas. Pero éstas lo que hacen es abaratar la compra de maquinaria con tecnología que ‘ahorra’ el uso de trabajo, porque ayuda a modernizar el parque industrial, pero difícilmente permite crear masivamente puestos de trabajo no calificado. Se crearán algunas nuevas plazas de trabajo, pero probablemente éstas serán para mano de obra capacitada.
Finalmente, el cuarto tipo de medidas está encaminado a financiar al Estado y al sector privado. Allí se enmarca la línea de crédito anunciada el viernes pasado, que pretende facilitar el endeudamiento de los hogares para que compren carros y electrodomésticos, de tal manera que las ventas en esos sectores no se caigan y se pueda mantener el empleo. En tiempos de ‘vacas flacas’ es normal que los hogares sean prudentes y no se endeuden por fuera de los límites necesarios para sobrevivir. Por ello, difícilmente esta medida generará o salvará puestos de trabajo. Pero aún así la pregunta continúa: ¿cómo se crearán los empleos no calificados que se necesitan? El paquete adoptado no responde esta pregunta y no soluciona los problemas urgentes. ¿Qué tal pensar en programas de construcción masiva de ciudadelas de Vivienda de Interés Social?
(ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO EN EL DIARIO EL PAIS DE LA CIUDAD DE CALI EL VIERNES 13 DE MARZO DE 2009)
sábado, 7 de marzo de 2009
Seguimos esperando el paquete de salvamento económico
Si algo es claro de las últimas cifras económicas, es que la economía colombiana no está totalmente blindada como lo aseguraba hace unos meses el Gobierno. Según informó el Dane, la tasa de desempleo en las 13 principales áreas metropolitanas pasó del 12,3% al 14,2% entre enero de 2008 y 2009, lo cual representa un cambio de tendencia preocupante. Por otra parte, todas las encuestas sobre el sector industrial reportan disminuciones sucesivas en su producción desde mediados del 2008, y esta contracción se empieza a manifestar en el empleo. Una de las industrias más afectadas en todo el mundo es la industria automotriz. Es natural: en tiempos de ‘vacas flacas’ los hogares cancelan sus planes de comprar carros nuevos. Si el futuro es incierto, las personas no harán gastos suntuosos como la compra de un carro; en especial si dicha compra implica comprometer una buena parte de su patrimonio familiar.
En Colombia la industria automotriz ha sufrido esa disminución de la demanda y ya ha recortado sus nóminas, tal como ocurre en EE.UU. y Europa. En medio de ese contexto el Gobierno colombiano anunció ayer un nuevo paquete de ayuda para afrontar el problema de empleo que generarían los despidos en esta industria y en otras con problemas similares, como la de electrodomésticos. Este paquete consiste básicamente en facilitar el crédito para la compra de carros y electrodomésticos. Para tal fin, Bancóldex pondrá a disposición de los bancos comerciales una línea de crédito de $500.000 millones. En últimas, la idea es poner a disposición de los hogares más dinero para la compra de estos productos a crédito, ampliar el plazo de pago y disminuir la tasa de interés. De esa forma se pretende aumentar las ventas de estos productos y mantener los empleos en la industria. Pero es muy cuestionable el impacto real de la medida. Por un lado, es evidente que las expectativas sobre el comportamiento futuro de la economía no van a cambiar porque exista o no una línea de crédito para comprar más carros, motos y electrodomésticos. Así, los hogares difícilmente cambiarán su visión del futuro por esta medida, y no cambiarán su deseo respecto a endeudarse. Por otro lado, el problema de la caída de los créditos de consumo no es un problema de disponibilidad de dinero en los bancos. Las últimas encuestas de Fedesarrollo (enero 2009) y del Banco de la República (diciembre de 2008) coinciden en que las razones que podrían impulsar un aumento de la cartera serían un mayor crecimiento de la economía (31%) y mejor información sobre la capacidad de pago de los prestatarios (18%). La caída en los préstamos de consumo no es la causa de nuestros problemas, es un síntoma. Así, la medida adoptada difícilmente tendrá un efecto sobre las decisiones de compra de los colombianos y la generación de empleo. Estamos aún a la espera de un verdadero paquete de ayudas económicas para Colombia, que ataque los problemas de raíz y que proteja las fuentes de empleo.
Un paquete que ataque las causas, que sea coherente y que no sólo responda a problemas coyunturales.
(ESTE ARTICULO FUE PUBLICADO EN EL DIARIO EL PAÍS DE CALI EL 7 DE MARZO DEL 2009)
En Colombia la industria automotriz ha sufrido esa disminución de la demanda y ya ha recortado sus nóminas, tal como ocurre en EE.UU. y Europa. En medio de ese contexto el Gobierno colombiano anunció ayer un nuevo paquete de ayuda para afrontar el problema de empleo que generarían los despidos en esta industria y en otras con problemas similares, como la de electrodomésticos. Este paquete consiste básicamente en facilitar el crédito para la compra de carros y electrodomésticos. Para tal fin, Bancóldex pondrá a disposición de los bancos comerciales una línea de crédito de $500.000 millones. En últimas, la idea es poner a disposición de los hogares más dinero para la compra de estos productos a crédito, ampliar el plazo de pago y disminuir la tasa de interés. De esa forma se pretende aumentar las ventas de estos productos y mantener los empleos en la industria. Pero es muy cuestionable el impacto real de la medida. Por un lado, es evidente que las expectativas sobre el comportamiento futuro de la economía no van a cambiar porque exista o no una línea de crédito para comprar más carros, motos y electrodomésticos. Así, los hogares difícilmente cambiarán su visión del futuro por esta medida, y no cambiarán su deseo respecto a endeudarse. Por otro lado, el problema de la caída de los créditos de consumo no es un problema de disponibilidad de dinero en los bancos. Las últimas encuestas de Fedesarrollo (enero 2009) y del Banco de la República (diciembre de 2008) coinciden en que las razones que podrían impulsar un aumento de la cartera serían un mayor crecimiento de la economía (31%) y mejor información sobre la capacidad de pago de los prestatarios (18%). La caída en los préstamos de consumo no es la causa de nuestros problemas, es un síntoma. Así, la medida adoptada difícilmente tendrá un efecto sobre las decisiones de compra de los colombianos y la generación de empleo. Estamos aún a la espera de un verdadero paquete de ayudas económicas para Colombia, que ataque los problemas de raíz y que proteja las fuentes de empleo.
Un paquete que ataque las causas, que sea coherente y que no sólo responda a problemas coyunturales.
(ESTE ARTICULO FUE PUBLICADO EN EL DIARIO EL PAÍS DE CALI EL 7 DE MARZO DEL 2009)
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