martes, 2 de junio de 2020
Lo pero no pasado (empleo en Cali en épocas de la Covid-19)
Es un momento muy complicado para el aparato productivo de Colombia y del Valle. Sin duda, no hemos vivido un choque de esta magnitud. Es como si el aparato productivo fuera un boxeador que acaba de ser enviado a la lona y apenas le empiezan a hacer el conteo de protección. Empieza a entender durante ese conteo qué tan fuerte fue el golpe.
Bueno, ya tenemos los primeros datos de empleo que permiten entender en esos momentos iniciales del “conteo de protección” qué tan delicado fue el golpe y si podrá reponerse rápidamente o no.
El DANE reporta para las principales ciudades del país la tasa de desempleo promedio para los últimos tres meses. Eso se hace para evitar la estacionalidad. Todo este detalle técnico para decir que el último dato que publicó el DANE corresponde al promedio de los meses de febrero a abril. Así este dato no captura aún el tamaño total del “golpe” recibido, pues el mes de febrero aún no estábamos en la emergencia sanitaria.
Veamos pues que nos dicen estos datos. La tasa de desempleo promedio para el periodo se ubicó en 16,7%, frente a un 13,2% en 2018, 11,3% en 2017 y 11,2% en 2016. Es decir, ya tenemos una tasa de desempleo mas grande pero aún no parece un golpe muy fuerte. Históricamente la tasa de desempleo más alta que hemos visto en este siglo en Cali fue en el periodo enero-marzo de 2001 con una tasa de 20,5%. Estamos un poco lejos de esa tasa, pero otra vez, aún no tenemos los datos completos del golpe.
Veamos en detalle las cifras. En el mercado laboral hay tres cantidades importantes: los ocupados, los desocupados y la suma de estas dos cantidades que es la fuerza laboral o también conocida como la población económicamente activa. Para los ocupados promedio entre febrero y abril de 2020 tenemos 169 mil menos que en el mismo periodo de 2019 equivalente a un caída del 13,6%. En Medellín los ocupados cayeron en un 10,6% y en Bogotá 12,5%.
Por el lado de los desocupados, estos crecieron en Cali en 26 mil desocupados (en promedio) frente al mismo periodo del año anterior. Esto equivale a un crecimiento del 14%. En Medellín, los desocupados crecieron en un 28,6% y en Bogotá 9,7%.
Ahora, la tasa de desempleo en Cali no es más grande porque tenemos 143 mil caleños menos participando del mercado laboral. Estos salieron del mercado laboral; es decir no están ni ocupados ni buscando trabajo. Esto implicó una caída del 10%. En Medellín cayó en un 5,6% y en Bogotá la caída fue de 9,8%.
En resumen, aún no podemos dimensionar el tamaño del “golpe”. El golpe evidentemente es y será grande. Su efecto se debe notar en pleno en el indicador del próximo mes cuando tendremos los datos para el promedio de marzo, abril y mayo. Si en junio se empieza a prender el aparato productivo de la ciudad a un ritmo más rápido que en mayo, debería ser cierto que la tasa de desempleo más baja que experimentemos sea la del periodo marzo-mayo y de ahí en adelante todo debería ser una recuperación de este indicador.
(Una versión de esta columna de opinión fué publicada en el diario el País de Cali el 30 de mayo de 2020)
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viernes, 13 de marzo de 2020
Dólar en Colombia: la tormenta perfecta
El precio del dólar en Colombia refleja la escasez o abundancia relativa del dólar. En estos momentos, como nunca en la historia reciente, se han unido dos fuerzas creando la tormenta perfecta. Por un lado, el dólar es refugio literalmente de todo el mundo. Cuando ocurren crisis, actos terroristas grandes o catástrofes naturales alrededor del mundo, los inversionistas convierten sus activos en dólares para protegerse en la economía mas robusta y a la vez garantizar que en sus manos tienen la moneda mas aceptada alrededor del mundo. Aún si los problemas son en Estados Unidos, el dólar es el refugio preferido.
En esta ocasión, el coronavirus (covid-19) está afectando las economías alrededor del mundo. Y esta semana ya sentimos en Colombia que la pandemia está aquí. Ya es evidente que existirán efectos en el nivel de actividad económica. Esto genera un ambiente de incertidumbre que hace que los inversionistas estén buscando dólares. Desde la crisis financiera de 2008, no habíamos visto un apetito tan grande en todo el mundo por el dólar. La demanda está creciendo rápidamente y nada indica que esta parará.
Por otro lado, la oferta de dólares en el país se está contrayendo. Los dólares de las exportaciones no alcanzan para pagar las importaciones y la diferencia se cubre con entradas de inversiones. Eso no es malo en condiciones normales sino dependiéramos tanto de las exportaciones de petróleo. En enero de 2020, el petróleo representó el 37,8% de las exportaciones. Cuando el precio del petróleo cae, disminuye el flujo de dólares al país y por tanto la oferta de dólares en el país cae.
El coronavirus (covid-19) ha reducido la demanda de combustibles en el mundo. Se han cancelado vuelos, se ha reducido la movilidad, etc. Por tanto, el precio del petróleo se cayó. En el pasado reciente solo en 1993, 2008 y 2009 se presentaron caídas en la demanda de petróleo de un año a otro. En 2020, caerá Y esto está poniendo nervioso a todos los actores de ese mercado. Lo que necesariamente implicará la necesidad de un acuerdo entre los productores para recortar la producción y evitar la caída del precio a los niveles de 20 dólares el barril.
Iniciamos la semana con el intento fracasado de la OPEP, liderado por Arabia Saudita, de reducir la producción de. No se tuvo éxito al no poder incorporar a Rusia, que, es un jugar muy importante de este mercado. No solo no se alcanzó el acuerdo, sino que llegamos a una pelea de precios entre Arabia Saudita y Rusia que le echa “leña a la hoguera”: los precios están cayendo aún más. En 2016, el precio del petróleo no cayó por debajo de los 26 dólares por barril gracias a que Rusia acordó bajar su producción uniéndose a la OPEP.
Así, el futuro del dólar en el corto plazo no es bueno. Tendremos que acostumbrarnos a un dólar relativamente alto, por lo menos en el próximo semestre. Hasta que no exista un acuerdo en la producción de petróleo entre OPEP y Rusia los precios del petróleo no dejarán de caer. Es claro que esta situación no es sostenible. Debemos estar cerca de un acuerdo, pues el costo fiscal para Rusia es alto y no podrá mantener esta posición. Con seguridad estaremos viendo unas próximas semanas con una volatilidad del dólar aún más alta. Son momentos de sentarse a esperar, no tomar decisiones aceleradas y mantener la calma.
(Una versión de esta columna de opinión fué publicada en el diario El País de Cali el 13 de marzo de 2020)
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domingo, 16 de febrero de 2020
¿Es bueno un crecimiento del PIB del 3,3%?
Un crecimiento del PIB del 3,3% para 2019 a primera vista parece un resultado no tan bueno. En Colombia ha hecho carrera el número mágico del crecimiento alrededor del 4% como un crecimiento razonable. Pero, los resultados del crecimiento económico para el 2019 son relativamente buenos al considerarse el contexto internacional.
En 2019, el crecimiento del PIB colombiano del 3,3% es un crecimiento relativamente alto. Este crecimiento es superior al de países de la región. Según el FMI, se estima que Perú, Chile y México crecieron un 2,6%, 2,5% y 0,4%, respectivamente. Este crecimiento es superior también al de los Estados Unidos (2,4%), Canadá (2,5%), Alemania (0,5%), España (2,2%) y Francia (1,2%).
Pero no nos comparemos con otros países y miremos en el mismo contexto colombiano esta cifra. Recordemos un poco de donde venimos. En este siglo, el peor crecimiento fue en 2009 con un 1,2%. Después de ese año, solo le sigue 2017: crecimiento del 1,4%. Pero recordemos que pasaba en 2009, un año después de la última crisis financiera más grande alrededor del mundo, la economía colombiana inició un proceso de recuperación creciendo 4,3% en 2010 y un espectacular 7,4% en 2011; el año de mayor crecimiento del PIB en lo que va corrido del siglo. Después de 2011, la tasa de crecimiento del PIB regreso a niveles del 4,0% aproximadamente por 3 años para empezar una desaceleración desde 2015 que duraría 3 años. Tocando fondo la desaceleración en 2017 con un crecimiento de 1,4%. En 2018, el crecimiento del PIB se volvió a acelerar levemente con un 2,5%.
Así, en perspectiva, el último rebote de la economía (el de 2010) fue mas vigoroso que el que vimos en 2018 y 2019. Pero el ambiente internacional hoy es muy diferente a 2010. En 2010, casi todas las economías rebotaron vigorosamente; por ejemplo, según el FMI el PIB de la Unión Europea creció el 2,2% y Latinoamérica como un todo creció un 6,14%, China 9,2%, y Estados Unidos aún no se recuperaba de su gran crisis. Nosotros en ese contexto crecimos 4,3%.
Ahora, la cosa es algo diferente. Según el FMI, la Unión Europea crecerá en 2020 1.4% algo similar al 1.5 % del 2019. Latinoamérica creció en 2019 0,2 % y en 2020 crecería un 1,8%. China creció en 2019 6,1% y en 2020 crecería un 5,8%, manteniendo la tendencia de desaceleración en su crecimiento. Y Estados Unidos presentó un crecimiento de 2,4% en 2019 y se espera algo cercano al 2,1% para 2020. Es decir, el ambiente internacional no era tan dinámico en 2018 y 2019 como lo fue en 2010. Esto hace que el repunte de la economía colombiana en contexto no sea despreciable y se pueda calificar como un buen crecimiento. Así, la economía colombiana no obstante los grandes retos que tiene y el gran problema de desigualdad y de desempleo que tenemos sigue mostrando su gran estabilidad.
(Una versión de esta columna de opinión fue publicada en el diario el País de Cali el 15 de febrero de 2020)
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miércoles, 22 de enero de 2020
viernes, 17 de enero de 2020
Sobre el cumplimiento de la meta de inflación en la década.
La inflación del 2019 fue de 3,8 %. Este valor, es superior a lo observado en 2018 (3,18 %) y se encuentra en el rango meta establecido para la inflación por el Banco de la República. La meta era una banda entre el 2 % y 4 %. Un buen resultado para cerrar la década con la inflación anual promedio más baja el historia de Colombia: 3,85%. Esto es casi la mitad de la inflación entre 2000 y 2009 (6,0%) y 5,6 mas pequeña que entre 1990-1999 (21,4%). Una inflación de dos dígitos como se vivió durante todo el siglo pasado (a excepción de 1999 con un 9,23%) están lejos de nuestro imaginario, esto gracias entre otras cosas a las acciones del Banco de la República y de su independencia del ejecutivo que le debemos a la Constitución de 1991.
Regresemos a la banda. Es importante recordar que el Banrep empezó a fijar rangos como metas de inflación desde el año 2002, después de 9 años de estar fijando metas puntuales (de 1993 a 2001). Es decir, ya hay una tradición de 18 años con un rango meta para la inflación. De esos 18 años, 9 veces se ha cumplido la meta y 9 no. Es decir, un record de 50 % de incumplimiento de las metas.
Pero si nos concentramos en la última década, el record es mucho mejor. De 2010 a 2019, en cuatro años no se cumplió la meta. La década inició con un nuevo rango meta al pasar de una banda que se fijo en 2009 entre 4,5% y 5,5% a una banda más baja: entre el 2 % y 4 %. Meta que se mantiene hasta hoy. En 2010, 2011 y 2012 se cumplió de nuevo la meta. Es decir, una racha de 3 años de cumplimiento.
Para el 2013, la inflación se ubica un punto por debajo del rengo meta (inflación de 1,9 %). Para el 2014, la inflación regresa a estar en el rango meta (inflación de 3,6 %). Y en 2015 no se cumple la meta. El “descache” fue de un 69,3% solo comparable con el que ocurrió en 2008 (70,4 %). Para el 2016 no se cumplió nuevamente la meta. La inflación fue de 5,75 %. Un “descache” del 43,7 %; el tercero más alto en estos 16 años de historia de rangos meta. Para 2017, no se acertó, pero esta vez se quedó muy cerca. Un “descache” del 2,3 %. Así, se cumplieron nuevamente una racha de tres años en los que no se consumaba la meta y la inflación estaba por encima de la banda meta. Esto no había ocurrido en los 16 años de historia del rango meta para la inflación.
Finalmente, para los dos últimos años de la década la inflación se ubica nuevamente al interior del rango meta. Es decir, en los últimos 10 años, en tres años no se cumplió la meta al encontrarse con una inflación por encima de la banda. Un 30% de “descache”. En un año la inflación se situó por debajo de la meta, no tan delicado y en los otros 6 años, la meta se alcanzó. En otras palabras, el 70% de los años se obtuvieron los resultados esperados por el Banco Central.
¿y es esto bueno? Es importante resaltar que el cumplimiento de la meta de inflación hace que se mantenga la credibilidad de las metas fijadas por el Banco Central. Ese es un activo invaluable para el país. Cuando la meta es creíble, ésta sirve como guía para la formación de expectativas de los ciudadanos; pero si ésta no es creíble no se tomará en cuenta por parte de los empresarios al momento de fijar precios, ni por los asalariados al mome nto de renegociar sus contratos.
La meta de inflación es un ejercicio de “planear” el comportamiento futuro de los precios, los cuales dependen de innumerables factores. La inflación no se puede decretar. Pero el Banrep si cuenta con herramientas de política para acercar la inflación a su meta o puede cambiarla si cree que no la cumplirá. Si las metas no se cumplen (o se alejan mucho de la realidad), la siguiente meta pierde credibilidad y el público en general no emplea esa información para tomar decisiones. Así, el resultado para la década es positivo en materia de la inflación.
(una versión de esta columna de opinión fue publicado en el diario el País de Cali el 17 de enero de 2020)
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